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DESARROLLO DEL TEMA

Posted on sábado, 17 de enero de 2009 by ana

En el renacimiento, el hombre se plantea una nueva concepción de la historia y, con esto, renueva la postura con la que observa la realidad. Este movimiento que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI dejo grandes cambios en la literatura y en las ciencias tanto naturales como humanas, a partir de éste momento histórico, el pensamiento humano rompe un paradigma y crea otro nuevo. Por el conocimiento de nuevos territorios, el hombre se ve en la necesidad de crear instrumentos y mejorar sus técnicas de exploración. Es así como surge, en el siglo XV, un auge importante en la astronomía como auxiliar de la navegación marítima.

La navegación marítima, cuyo propósito era el conocimiento de nuevos territorios para la conquista o el comercio, obliga a los marinos a perfeccionar sus instrumentos de navegación y de defensa, ante las insidias que se encuentran en el mar. El estudio de la geografía marítima y el cálculo de las distancias, data desde la antigüedad en Grecia. Eratóstenes, quien cálculo la circunferencia de la Tierra de un modo exacto, y Estrabón, escribieron algunos textos en los que describían las tierras y mares conocidos en esa época. Por su parte, en el siglo II d.n.e., Claudio Ptolomeo escribe un texto de Geografía que sería rechazado sistemáticamente en la edad medieval.

El problema que se presentaba en la obra de Ptolomeo, Geografía, era el de describir territorios inexistentes pues, como egipcio helenizado, sólo conocía las regiones romanas cercanas a Alejandría; uno de los miedos que inspiró su obra fue que los árabes no quisieron navegar en las aguas del Océano Atlántico pues consideraban el verde mar como tenebroso. Fueron los mismos árabes, quienes salvaron ésta obra y la dieron a conocer en una versión latina en 1410. Pronto sería desmentida por los descubrimientos geográficos que iniciarían en esa centuria.

Hacia el siglo XII, se construían naves de mayor peso y mejor adaptadas para las largas travesías en altamar. Aparece de esta forma las carabelas y las naos.
Hacia el siglo XIII, en algunos puertos de italianos y catalanes se crearon escuelas de hidrógrafos quienes instruían a los estudiantes en el arte del portolani, o mejor conocido como portulanos. Los portulanos eran mapas dibujados que describían las distancias, rumbos y accidentes geográficos de la mayor parte del mediterráneo y el mar Negro. Estos mapas fueron hechos basados en la experiencia de los navegantes, por lo que carecían de una exactitud en escalas de distancias hasta que en el siglo XV, Mercator inventó una proyección cartográfica que indicaba la latitud y la longitud con líneas rectas trazadas en la distancia marítima.

Los marinos nunca estuvieron perdidos en el mar; por el astrolabio y la brújula se orientaban y podían medir las distancias de algunos lugares, no obstante, no dejaban de navegar tradicionalmente, es decir, cerca de las costas. Tanto la brújula como la pólvora, fueron aportadas a Europa por los viajes que se realizaban al oriente lejano. La pólvora fue un invento clave para la conquista de nuevos territorios, a finales del siglo XIV, las grandes potencias poseían instrumentos de guerra basados en el uso del explosivo.

En la actualidad, se utiliza un sistema de coordenadas basadas en el uso de posicionadores globales y satélites para la orientación marítima.
Sin embargo, todo esto no hubiera sido posible sin el uso de las constelaciones como las primeras figuras que orientaron a los viajeros en sus travesías nocturnas. Las constelaciones son grupos de estrellas que por la imaginación crean figuras que toman su nombre de seres mitológicos, animales u objetos.

La civilización sumeria, 4000 a.n.e., es la primera cultura de la cual se conoce que definieron las primeras constelaciones. Hacia el siglo IX a. n. e., Homero menciona la constelación de Orión en La Odisea. En el 450 a. n. e., los babilonios dan el nombre a las constelaciones que se encuentran en la eclíptica de la esfera celeste, las constelaciones zodiacales. En siglo II a. n. e., Arato de Soli describe en su obra Phaenomena, 44 constelaciones.

En el siglo II d. n. e., , nombre griego de la obra El gran tratado de Claudio Ptolomeo, obra que después tomó el nombre árabe con el que se conocería definitivamente como Almagesto, se encuentra la descripción de 48 constelaciones, reconocidas actualmente 47 de ellas. El texto de Ptolomeo sólo comprende las constelaciones que podían ser observadas desde Alejandría por lo que no incluye a las demás. Al caer esta obra en manos de los musulmanes durante la edad media, éstos agregaron más constelaciones pues sus territorios comprendían más del conocido por los romanos del tiempo de Ptolomeo.

Durante esta época antigua, las constelaciones tuvieron dos fines: el primero fue el de ser referencia para medir los tiempos con propósitos agrícolas y religiosos; el segundo fue el de servir como orientación a navegantes y viajeros nocturnos. Respecto al nombre de las constelaciones, no se puede afirmar el hecho del nombramiento de éstas por una sola civilización, por lo que se puede inferir que así como civilizaciones existieron, los nombres que se les daban existían por un tiempo y luego caían en desuso por la conquista de otro pueblo a esa cultura. El nombre de los conjuntos estelares es completamente arbitrario según la interpretación de cada cultura.

En la edad media, a pesar de no ser reconocido por algunos historiadores, la observación de las estrellas florece en Persia, actual Turquía e Irán. A finales del siglo IX, Al – Farghani escribe una obra sobre el movimiento de los cuerpos celestes, anterior a la obra de Copérnico. En el siglo X, Al – Khujandi construye un observatorio que le permite calcular la inclinación eclíptica. Omar Khayyam, astrónomo árabe, crea un calendario más exacto que el usado por los romanos, el juliano, y acercándose al cristiano, el gregoriano. Abraham Zacuto, astrónomo judío del siglo XV, realizó las tablas que llevan su nombre, las cuales sirven como referencia de orientación respecto a las estrellas y el uso del astrolabio.

A partir del siglo XVI, las potencias europeas salen del viejo continente y exploran los territorios australes del planeta. Al conocer nuevas tierras se conocen nuevos cielos. Es así como a finales del siglo mencionado, Pieter Dirckz Keyser añade el nombre de nuevas constelaciones; posteriormente, Johann Bayer en su obra Uranometría, crea el primer atlas celeste de los territorios occidentales en 1603; al igual que Hevelius y Nicolas Louis de La Caille.

Entre 1928 y 1930, la Unión Astronómica Internacional definió por completo el nombre de las 88 constelaciones conocidas. Hay 29 constelaciones entre la eclíptica el polo norte celeste, constelaciones boreales; y 49 constelaciones entre la eclíptica y el polo sur celeste, constelaciones australes.

Finalmente, la astronomía repercutió en el avance del pensamiento humano creando nuevas formas de hacer ciencia. La propuesta heliocentrista de Copérnico en el siglo XVI, la colaboración de Galileo al hacer observaciones de los cuerpos celestes y las leyes que propone el ayudante de Tycho Brahe, Johannes Kepler; da paso a la fundamentación de una nueva forma de ciencia instituida por Newton en el siglo XVIII.

De esta forma, se puede concluir que el hombre siendo parte de un cosmos complejo, aunque perdido cerca de una estrella, esta siempre buscando la infinitud.

Por: De la Sancha Cid Ana Isela

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